A beautiful part from Kurt Vonnegut's Slaughterhouse-Five (Matadero 5).
He came slightly unstuck in time, saw the late movie
backwards, then forwards again. It was a movie about American bombers in the
Second World War and the gallant men who flew them. Seen backwards by Billy,
the story went like this:
American planes, full of holes and wounded men and corpses
took off backwards from an airfield in England. Over France, a few German
fighter planes flew at them backwards, sucked bullets and shell fragments from
some of the planes and crewmen. They did the same for wrecked American bombers
on the ground, and those planes flew up backwards to join the formation.
The formation flew backwards over a German city that was in
flames. The bombers opened their bomb bay doors, exerted a miraculous magnetism
which shrunk the fires, gathered them into cylindrical steel containers, and
lifted the containers into the bellies of the planes. The containers were
stored neatly in racks. The Germans below had miraculous devices of their own,
which were long steel tubes. They used them to suck more fragments from the
crewmen and planes. But there were still a few wounded Americans, though, and
some of the bombers were in bad repair. Over France, though, German fighters
came up again, made everything and everybody as good as new.
When the bombers got back to their base, the steel cylinders
were taken from the racks and shipped back to the United States of America,
where factories were operating night and day, dismantling the cylinders,
separating the dangerous contents into minerals. Touchingly, it was mainly
women who did this work. The minerals were then shipped to specialists in
remote areas. It was their business to put them into the ground, to hide them
cleverly, so they would never hurt anybody ever again.
The American fliers turned in their uniforms, became high
school kids. And Hitler turned into a baby, Billy Pilgrim supposed. That wasn’t
in the movie. Billy was extrapolating.
Entonces, tras
haberse aislado ligeramente del tiempo, vio la última película, primero al
revés, de fin a principio, y luego otra vez en sentido normal. Era una película
sobre la actuación de los bombarderos americanos durante la Segunda Guerra
Mundial y sobre los valientes hombres que los tripulaban. Vista hacia
atrás la historia era así:
Aviones americanos llenos de agujeros, de
hombres heridos y de cadáveres, despegaban de espaldas en un aeródromo de
Inglaterra. Al sobrevolar Francia se encontraban con aviones alemanes de
combate que volaban hacia atrás, aspirando balas y trozos de metralla de
algunos aviones y dotaciones. Lo mismo se repitió con algunos aviones
americanos destrozados en tierra, que alzaron el vuelo hacia atrás y se unieron
a la formación.
La formación
volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando
llegaron, los bombarderos abrieron sus portillones y merced a un milagroso
magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que
aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron
almacenados con todo cuidado en hileras. Pero allí abajo, los alemanes también
tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero
que utilizaron para succionar más balas y trozos de metralla de los aviones y
de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos
de los aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia
aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Y todo el
mundo estuvo de nuevo sano y salvo.
Cuando los bombarderos volvieron a sus bases,
los cilindros de acero fueron sacados de sus estuches y devueltos en barcos a
los Estados Unidos de América. Allí las fábricas funcionaban de día y de noche
extrayendo el peligroso contenido de los recipientes. Lo conmovedor de la
escena era que el trabajo lo realizaban, en su mayor parte, mujeres. Los
minerales peligrosos eran enviados a especialistas que se encontraban en
regiones lejanas. Su tarea consistía en enterrarlos y esconderlos bien para que
así no volvieran a hacer daño a nadie.
Los pilotos americanos mudaron sus uniformes
para convertirse en muchachos que asistían a las escuelas superiores. Y Hitler
se transformó en niño, según dedujo Billy Pilgrim. En la película no estaba.
Porque Billy extrapolaba.